El castor es un roedor de gran tamaño, es uno de los ingenieros ecosistémicos más importantes, ya que producen grandes cambios en las cuencas y bosques aledaños. En Tierra del Fuego, ha invadido casi todos los ambientes, incluida la estepa.
El castor es un roedor de gran tamaño (1.2 m de largo) que vive en grupos familiares. Habita en el agua, donde su cola plana y patas palmadas son adaptaciones que los hacen hábiles en el medio acuático, además son excelentes buceadores. Su visión es pobre pero en cambio, sus sentidos del oído, olfato y tacto son excelentes. Tiene dientes muy fuertes, de los que sobresalen los 4 incisivos frontales recubiertos con esmalte naranja. Estos dientes nunca dejan de crecer a lo largo de su vida. Es por excelencia un ingeniero que construye diques con ramas y barro, que le permiten formar embalses donde construye su madriguera. Una de las consecuencias de este comportamiento es la muerte de grandes áreas del bosque aledaño a los embalses, a causa de la inundación. Estas son adaptaciones para evitar a sus predadores naturales, que no existen en el ecosistema fueguino.
Su hábitat natural son los bosques de Canadá y fue introducido en Tierra del Fuego en 1940 con el fin de “incrementar” la diversidad de la isla y para la industria peletera, por el alto valor económico de su piel en esa época. Sin embargo, a más de 7 décadas después de su introducción, el castor ha logrado colonizar casi todos los ambientes de agua dulce en la isla, incluyendo la estepa. Su rápida adaptación al bosque subantártico ha sido sorprendente, trayendo graves consecuencias para este ecosistema.